Me encontrarás buscando cosas
De terapia, tamales y bicicletas
A menudo no sé qué tanto escribir sobre lo que otras personas me dicen. A veces es mejor dejar ciertas conversaciones en la cabeza y no en el Internet. Pero basta decir que me gusta mucho la manera en que mi amigo vive su vida. “No me gusta decir que tengo problemas. En el gran esquema de las cosas, hay verdaderos problemas que otros están enfrentando. Me gusta más decir que tengo asuntos que aún no sé cómo enfrentar, pero que resolveré a final de cuentas”. No digo que hay que poner siempre buena cara o que no hay por qué quejarse. Duele mucho enfrentar aquello que no sabemos aún cómo procesar. Pero por mi parte creo que estoy lista para ir más allá del dolor y encontrar las cosas que me ayuden a crecer.
A finales del 2020 le pregunté a mi amiga por su terapeuta porque ya estaba harta de no entenderme a mí misma. A mi mamá no le gustaba hablar sobre esas cosas porque pensaba que una podía resolver todo por sí sola. Se terminaba la discusión con, “Ni que estuviéramos locas”. Pero de eso ya hace mucho, varias cosas se han cruzado y la han hecho cambiar de opinión. Eso es lo que me gusta de mi mamá, para ella el cambio es fácil cuando es motivado por el amor. Hice terapia en línea en Suecia una vez a la semana, primero por Zoom y luego por Google Meet. Mi terapeuta fue la que me introdujo a la tabla de pensamientos disfuncionales. Hubo varias pausas por falta de dinero, y a principios de este año tuve que pausar por la misma razón. Pero la terapia, mi familia, mis amigos y mi novio me salvaron varias veces de sucumbir a la presión de este cambio tan grande. Ahora he empezado de nuevo con un terapeuta que encontré en el servicio en línea que ofrece mi nuevo trabajo, aunque llevamos muy poco hablando. Tengo intención de seguir y seguir hasta que todo lo que duele haya salido a la luz.
Es en estas fechas cuando me dan más ganas de comer toda clase de platillos mexicanos. Chilaquiles, entomatadas, enmoladas, pozole, tlayudas y chile relleno. A mí, que nunca me han gustado los tamales, me encuentras buscando en Chilihouse.dk "Hojas de maíz", "Prensa para tortillas" y "Harina de maíz". Ya me aprendí el equivalente en danés: "Majsblade", "Tortilla presse" y "Majsmal". Aún me sorprende que una maquinita para hacer tortillas cueste el equivalente a unos 600 pesos acá en Dinamarca, y una bolsita de Maseca unos 100 pesos. Se me hace rarísimo que aunque vendan cosas que uno encuentra en el mercado y en Soriana, todo sabe distinto. Aquí se necesita economía e inventiva. Esta semana que viene voy a preparar pan de muerto vegano siguiendo la receta que encontré el año pasado para la fiesta de la cocina. Aunque no salen todos aplastados y enormes, saben i-gua-li-to. Lo más graciosos es que cuando la gente se entera de que soy mexicana, me preguntan si me sé las recetas, pero la verdad es que aprendí a cocinar cuando llegué aquí, y aún me falta mucho por aprender. Dios, extraño el quesillo.
Estoy pagando seguro por una bicicleta que no he comprado. Pensé que la iba a comprar hace dos meses pero sigo buscando. Que si es roja, la roban más seguido. Que si es demasiado cara porque al final te la roban. Que si no viene con canasta, que si es usada y no sabes si te falla pronto. Le he tomado foto a tanta méndiga bici, a veces de in fraganti. Creo que la compraré pronto, en dos semanas, y roja, allá que me la proteja Diosito de los asalta bicis. De lo que tengo miedo es de los que conducen bicis, y de los que caminan. La neta es que son rápidos, más de lo que estaba acostumbrada en el parque en Monterrey y más de lo que muchos nos atrevemos afuera en la calle en México.





