Estamos escuchando música de elevador hoy domingo antes de recibir a los papás de Aqqaluk en la estación de Østerport. Ayer rumbo a mi casa, a través de las calles oscuras y las enormes casas vacías, conversábamos sobre cómo quizá los años se irán volando una vez que cumplamos cincuenta. Hoy en la mañana le dije a Aqqaluk, “Me gusta esta música porque cuando uno va subiendo o bajando en el elevador no hay necesidad de hacer nada, de estresarse, de ser algo. Vamos hacia una dirección y en ese limbo somos nada. Al son de la nada descubrimos que siempre hemos sido libres”.
A partir del pasado martes me tomé en serio la construcción del altar de muertos que debe estar listo para el primero de noviembre. Según yo iba a hacer pan de muerto todos los días. A-já. Pero aquí les dejo mi lista que escribí en una carta a mi amiga para que vean los equivalentes que tengo que buscar acá. Ya otras cosas sí las pedí por Chilihouse.dk y una amiga me recomendó preguntar en un restaurante fancy llamado Sánchez por la Modelo Negra que le gustaba a mi abuelito. Aqqaluk me recomendó buscarla en un centro comercial famoso llamado Magasin du Nord.

Ya empecé la búsqueda de regalos para Navidad. Estas fiestas son unas de las más importantes en Dinamarca. Hay un primer, segundo y tercer día de Navidad, con varias cenas y actividades tradicionales. En la noche del 24 es cuando abrimos los regalos y cantamos y bailamos alrededor del árbol. La primera vez me la pasé a todo dar, pero casi me da un infarto por toda la comida que me zumbé, más los dulces, las tartas y como decirle no al tradicional risalamande1, una mezcla de arroz con leche, nata montada, vainilla y almendra picada, más la salsa de cereza (kirsebærsauce). El risalamande es lo último que se sirve y la tradición es que se esconde una almendra dentro de la salsa blanca. Todos se sirven una porción hasta que se descubra a quién le ha tocado la almendra y la está escondiendo. Con estas costumbres, no es nada raro que llamen a la ambulancia en estas fechas por gente que come de más. Y otra cosa muy particular, al menos para mí, que ya se me olvidaron las tradiciones mexicanas en Navidad y nomás me acuerdo de lo que hacíamos en mi familia, es que para los daneses es muy normal publicar y enviar sus listas de deseos. A mí eso no me cuadra porque al menos en mi familia era una cuestión de regalar algo que fuera sorpresa. Aquí no hay sorpresa: a la hora de abrir el regalo ya sabemos todos que vamos a recibir algo de la lista. Y aparte es tradición que el 27 de diciembre las tiendas reciben todos los regalos que quieras devolver e intercambiar por algo más. Se hacen filas y filas y si no vas a intercambiar nada mejor no te salgas de la casa porque te vas a embotar.
Cuando pasamos Navidad con la familia de Aqqaluk hacemos una lotería al principio del mes y nos toca una persona a cada uno. Hay un presupuesto que puedes usar y una lista que recibes por parte de esa persona. A mí eso me deja con la cara de Pikachu2 y siempre termino regalando cositas extra porque se me hace rarísimo que no haya sorpresa. Por ahora sé que a su mamá, Alma, le voy a regalar unos moldes para hacer galletas de Navidad. Ayer en el centro vi un reloj de bolsillo muy bonito para el papá, Arne. Obvio a su hermana aretes y a los hermanos nunca sé qué darles pero algún libro o pase. Y así ya tengo tiempo para resolver qué le voy a dar a mi familia que está tan lejos.
¡Ayer por fin compré mi bicicleta! Visité una pequeña tienda en Nørrebro3 llamada Marry Cyckler y me trataron muy bien. Me dieron una canasta extra y todo en total salió en 2500 coronas por una Kildemoes usada muy bonita. Se la presumí a Aqqaluk y a su papá y todos me dijeron que fue una buena compra. Aqqaluk me guió en su propia bici para refrescarme la memoria sobre la etiqueta al conducir en la ciudad. El otoño en Dinamarca es asombroso, con toda una gama de marrones, naranjas y amarillos alrededor de los lagos cristalinos en la ciudad. “Es andando en bicicleta que te das cuenta de lo fácil que es ir de A a B”, me dijo Aqqaluk en el camino. “Es andando en bicicleta que te das cuenta de lo fácil que es ser feliz", le contesté sonriendo.
Esta columna se terminó de escribir escuchando la estación de música KNR, situada en Groenlandia. Le debo a esta estación muchos atardeceres con dulces revelaciones.
Si vienen por estas fechas tienen que probar esta delicia. Es común escuchar algunas palabras o expresiones que vienen del francés, como précis, citron, pomme frite y demás.
Pregunté en la oficina y en la cocina del comedor. Al parecer es común pedir o crear listas de deseos, pero a algunos no les gusta o consideran que todo lo enlistado es opcional. Sobre devolver regalos el 27, algunos lo hacen en esas fechas o después.
Buscando el nombre de la colonia me enteré que por esa zona es que se encuentra el cementerio donde están enterrados Kierkegaard y Hans Christian Andersen, así que ya le pedí a Aqqaluk que vayamos uno de estos días.